SOBRE CARLOS ROA

ARQUERO DE LA SELECCIÓN NACIONAL ARGENTINA - 1998

 

Nota del Webmaster de abo.org.ar - EL PORQUE DE ESTAS OPINIONES:  Publicamos estos dos reportajes periodísticos, porque consideramos interesante, lo que opinan sobre los adventistas, aquellos que, sin ser miembros oficiales de esta iglesia, no dejan de expresar su admiración por verdades bíblicas que, si bien no practicaban regularmente, ello no les impidió expresarse sobre estos temas, como "mi religión, la Adventista" (Ejemplo: Nabucodonosor opinando sobre el Dios de Daniel en 2:47 y 3:28-29)


FUENTE "Diario Deportivo OLE":  http://www.ole.com.ar/jsp/v4/pagina.jsp?pagId=1131059 

Artículo publicado en diciembre 2005

 

A SOLAS CON CARLOS ROA
"A mí, el cáncer me perdonó"
A Lechuga la vida le pegó duro. Pero siempre se levantó con su enorme fe y con la ayuda de su familia. Y ahora es un tipo feliz porque volvió a jugar al fútbol.

Jorge Luís Sierra. (ENVIADO ESPECIAL )

 

Una vida de película. Una historia para Hollywood. Un libro por el que Steven Spielberg pagaría fortunas. Mezcla seductora de triunfos, lágrimas, drama y emoción que generaría largas colas el día del estreno. Sólo que el protagonista no es el típico héroe americano y su vida no tiene un final escrito. Se trata simplemente de un argentino. Un muchacho que estuvo dos veces al borde del abismo. Una de ellas cuando contrajo paludismo en un viaje a Zaire, en África, en 1990, aunque esas hojas se le cayeron del diario de vida y recién las recuerda cuando Olé se lo pregunta. La otra vez que le vio de cerca la cara a la muerte fue cuando a fines del 2003 le diagnosticaron cáncer de testículos. Esas páginas todavía tienen la tinta fresca. En el medio de las dos enfermedades, Carlos Roa estuvo alejado de las canchas casi nueve meses por una lesión crónica en un hombro, y un año y medio por su fe religiosa que lo empujó a un retiro prematuro.

Nota del Webmaster de abo.org.ar  "Destacamos el hecho de que la Iglesia Adventista no ´empuja´, ni manipula a sus miembros para que se retiren de una tarea que no tiene nada de mala en si misma y muchos menos a los amigos de los adventistas, como lo es Carlos Roa.  Por otro lado, se anima a todo creyente a ser fiel a los 10 Mandamientos de Dios , como una muestra de gratitud y no para ganar méritos.   Millones de adventistas prueban diariamente los beneficios físicos y espirituales, de seguir los consejos de Dios, tal como lo enseñó y practicó Jesucristo, la virgen María y los Santos Apóstoles, sin retirarse de su tarea, a menos que los responsables de ella, lo obliguen a ello .  Los miembros adventistas, sus simpatizantes, los Judíos y miles de evangélicos, gustan de probar esos secretos, por voluntad propia y sin coerción"

Hoy la vida lo tiene de vuelta atajando y disfrutando.

—¿Tenés ganas de hablar de todo lo que te pasó?

—Depende. Hay días que no, hay días que sí. Pero dale, hablemos.

—Muchas veces debés haber pensado "¿por qué a mí?".

—Lo que pasa que el razonamiento común es: no fumo, no tomo, soy deportista, sano y, de repente vienen y te dicen: "Tenés cáncer". ¡La puta madre! Entonces hay que llevar una vida desordenada y listo... Te pasan mil cosas por la cabeza. Por suerte, estaba en armonía con la vida y lo superé... Por decirlo así.

—¿Por decirlo cómo?

—Un cáncer es fulminante. Y a mí, el cáncer me perdonó. No sé si hablar de milagro, pero existen. Es evidente que una manito del de arriba hay que tener. Todos saben que soy muy creyente... Y también creo que los milagros no se dan porque sí... Sentí que se terminaba todo ahí, en ese instante. Hay que lucharla muchísimo, tener muchas ganas de vivir, ser valiente. Uno puede contarlo y escuchar: "Uy, lo lamento, lo siento": Pero hay que vivirlo. Te puedo asegurar que es tremendo. Yo salí, no todos salen. En España me pidieron que hablara para que otros tomen mi vivencia y lo único que dije es que hay que hacerle frente, que mientras haya un esperanza de vida hay que aferrarse a ella.

—¿Cómo llegó la enfermedad?

—Qué se yo, no te avisa. De un día para el otro tenía dolores en la parte de la uretra, en la pared abdominal, y de un cólico nefrítico terminó en un cáncer de testículo. Es muy largo de contar. Miles de veces me dan ganas de meter todos los recuerdos en un baúl y hacer de cuenta que no pasó nada. En otras, pienso en eso y me da fuerzas. Lo único que sé es que cuando empecé a sentirme mejor, lo único que quise fue jugar al fútbol.

—No hacía tanto habías dejado de jugar porque no eras feliz.

—Es cierto, pero afuera también me di cuenta que sin el fútbol tampoco era feliz.

—¿Y ahora?

—No pensaba en otra cosa que en volver. La quimioterapia te deja destrozado… Me recuperé en septiembre y en diciembre me vine a Argentina. Hice una pretemporada en Córdoba. Todos se quedaron sorprendidos porque me preparé muy duro. No medí las consecuencias lógicas de ocho meses enfermo, con las defensas tan bajas y toda esa historia. Los doctores casi me matan cuando se enteraron que exigí muchísimo el cuerpo. Me pudo dar un patatús... Ni lo imaginé: yo quería jugar.

—Ahora jugás.

—La única persona que confió en mí fue Jorge Ledo, el presidente de Olimpo. Nunca pensé que iba a volver a jugar en Argentina. Tenía mi vida armada en Mallorca. De repente, pum, para acá y me parece que no me voy más... Mis hijas tenían un poco de recelo pero ya les está gustando. Acá el fútbol se vive con una pasión desmedida pero estoy contento. Somos más familieros, el asado, esas cosas....Está bueno. Son mis raíces más allá de los problemas sociales, económicos. Lo veía de afuera, o por TV y decía: pucha, ni loco vuelvo. Allá te pasan todo lo malo.
 

Foto: Roa fue la barrera que no le permitió a Arsenal, marcharse con un triunfo, frente a Olimpo.


—¿En la cancha, te tratan bien?

—Siempre los hinchas del equipo contrario me gritan, pero ya estoy curtido. Hasta uno me dijo: "Ojalá te hubieses muerto por el cáncer…". Me di vuelta, lo miré y pensé: "¿Se dará cuenta de lo que dice?". Los jugadores nada... De la gente tampoco lo esperaba pero está tan mal, estresada, complicada por la situación... Se descarga con cualquiera.

—¿Ahora pensás que estuviste bien en retirarte en el 99?

—Esa fue una cuestión exclusivamente religiosa. Muy meditado. Para hacer bien las cosas hay que involucrarse en serio.

—¿Fue porque debías descansar los sábados?

—No fue el detonante. Quería cambiar el fútbol por otras cosas. En mi religión, la Adventista, el sábado se dedica a ayudar a los demás, visitar colegios, enfermos... Cuando puedo lo hago. Es cierto, me estoy desacostumbrando. Hago poco pero mis pensamientos siguen estando. Yo le voy a dar cuentas a Dios, a nadie más. Que lo entiendan los que quieran y los que no, bueno... Es mi vida. Sí, el retiro se dio en el mejor momento de mi carrera, me perjudicó muchísimo. Pero no estoy arrepentido, aunque a la noche medito sobre eso.

—Ibas a pasar al Manchester y te iban a dar una fortuna...

—Tenía 30 años. Era el despegue en lo deportivo, económico, repercusión, venía de eliminar a Inglaterra del Mundial... Bueno, no ocurrió. Nunca sabré qué hubiese pasado. Las cosas suceden por causalidad, no por casualidad. Por algo no tenía que estar ahí.

—La creencia es que todo religioso con cierto grado de ortodoxia desprecia el dinero.

—El dinero es importante pero no tanto... Te da el sostén de vivir bien, disfrutar. Viste cómo es la sociedad: si no ganás dinero, si no estás en los medios no existís y todo eso. No soy derrochón ni de aparentar. Sé que mi familia no va a pasar necesidades y nada más. Vengo de un hogar humilde. Si tengo, bien. Y si no, saldré a laburar. No me da vergüenza. Siento como cualquiera, lloro como cualquiera, tengo problemas como cualquiera. Y respecto del Manchester, en su momento mis compañeros del Mallorca me decían que estaba loco. Les contesté: "Dios vale más que diez millones de dólares".

—¿Estás seguro?

—Ya te dije: no me arrepiento.

—Vas a tener que laburar mucho para juntar esa guita...

—Ja, ja, ja... Si algo me gustaría tener es 20 años menos. Pero tengo 36 y todavía me queda cuerda. Los veo a Navarro Montoya, a Vivaldo...Tienen casi 40 y una vigencia increíble. Si ellos pueden, por qué yo no.

—El Mono quiere ir al Mundial. ¿Vos querés revancha?

—No, ya estoy para otras cosas. Lo voy a disfrutar de afuera, ya lo viví de adentro. Punto y aparte.

—¿Algún consejo para los arqueros que están?

—Que lo aprovechen. Es otra experiencia divina que te brinda la vida. Pero no me preguntés más del Mundial... Hicimos un buen papel en Francia 98, pero desde entonces no volví a pensar en la Selección.

—¿Qué harás tras el retiro?

—Estoy estudiando para técnico... Allá está Chiquito Siviero con Cúper, Mena también estudia en España, el Gaby Amato... Todos amigos del fútbol con los que me gustaría hacer algo. O ser entrenador de porteros.

—De técnico te putean hasta los hinchas de tu equipo...

—¡Qué problema... jajaja!

—Claro, después de lo que sufriste. Hasta paludismo...

—Uy, sí... Mirá, me estaba olvidando de eso. Fue en una gira por África. Y mirá que sin las vacunas no podés salir del país. Estaba por hacer contrato con Racing y al final no firmé. Igual viajé, pero fui mal, deprimido y a lo mejor me agarró el mosquito... Me picaron millones, como a todos, pero me agarré yo la enfermedad. Llegué acá y volaba de fiebre. Te ataca la sangre y se aloja en el hígado, en los vasos. A mí me agarró el más fuerte, el más complicado. Me salvaba o me moría. Siempre digo que soy como el Ave Fénix, siempre resurjo... Mirá vos, lo tenía borrado de mi vida, sepultado ya...


 

 

 

 

FUENTE:  http://fifaworldcup.yahoo.com/06/es/050812/1/2cmt.html

Que es de la vida de… Carlos Roa

12 de agosto de 2005
por www.FIFAworldcup.com 

Si hay una carrera profesional que ha sufrido vuelcos inesperados en la historia del fútbol, esa es la de Carlos Roa. Sí, el arquero argentino que probara las mieles del éxito al ser pieza clave de la selección argentina que eliminó a Inglaterra de la Copa Mundial de la FIFA Francia 1998 ha pasado por todo: paludismo, triunfos deportivos, años sabáticos dedicados a la religión y un reciente cáncer en los testículos. Hoy, a los 35 años, ha vuelto a la Argentina para lucirse en el modesto Olimpo de Bahía Blanca.

FOTO: Carlos Roa le ataja el penal a David Batty en el Mundial Francia 98 enviando a la Selección Argentina a los cuartos de final.

Su regreso a las canchas argentinas tras 9 años en el exterior fue favorable: su equipo, que lucha por mantener la categoría de honor, igualó como visitante ante Rosario Central. Y Lechuga, tal como se lo conoce en el ambiente, tuvo una buena actuación. No obstante, el mayor triunfo del arquero llegó hace un año, cuando logró reponerse a una operación y varios meses de quimioterapia por un cáncer detectado en sus testículos.

“Pasé casi un año fuera de las canchas, por lo que estaba muy ansioso por volver a jugar, a hacer lo mío”, confiesa tras su reestreno quien debutara en primera división allá por el año 1988. Y tanto desahogo es comprensible. La historia cuenta que Roa defendía el arco del Albacete español cuando, misteriosamente, desapareció de los entrenamientos. La prensa especulaba con una enfermedad, pero nadie se atrevía a arriesgar un diagnóstico. La noticia llegó meses después. “Viví una situación límite: la palabra cáncer es fulminante. Pero afronté la enfermedad con toda la fe del mundo. Siempre que haya un margen de luz, tendré esperanzas”, explica.

El tratamiento médico parecía finalizar con la carrera del arquero, quien siempre tiene algo más para sorprender. A comienzos de 2004, con la enfermedad como un oscuro recuerdo, entrenó a los guardametas del Constancia de Inca, de la tercera división española. “Estaré siempre agradecido a quienes me ayudaron en ese momento complicado. Afortunadamente, pude seguir ligado a la profesión y, al mismo tiempo, prepararme para mi regreso”, afirma. Regreso que se produciría en agosto de 2005…

En el nombre de Dios

A lo largo de su extensa trayectoria, Roa ha hecho gala de sus reflejos y seguridad bajo los tres palos. De allí que nadie se haya sorprendido cuando a fines de los 80’ se adueñó del arco del Racing Club de Avellaneda. Sin embargo, en 1990, el arquero sufriría su primer revés: tras una gira de su equipo por África, contrajo paludismo.

Foto: El arquero argentino Carlos Roa sonríe luego de atajar el penal al medio campista Ingles David Batty durante el partido del 30 de junio, en el Mundial Francia 98.  (ELECTRONIC IMAGE) AFP Foto de PATRICK KOVARIK

Una vez recuperado, y tras un paso exitoso por el club Lanús, Roa se marchó al Mallorca español, donde pasaría los mejores años de su carrera. Lo aguardaba la selección, con la que participó de la Copa Mundial de la FIFA Francia 1998. Allí mantuvo su arco invicto durante toda la primera fase, aunque eso serviría sólo como aperitivo para su mejor actuación, el 30 de junio de ese año, nada menos que ante Inglaterra y por los octavos de final. Roa fue el héroe de aquella noche en Saint Etienne, en un partido que terminó igualado 2-2 con goles de Gabriel Batistuta, Javier Zanetti, Alan Shearer y un joven Michael Owen. La emoción de un partido vibrante se definió con remates desde el punto del penal, y allí apareció la figura de Lechuga para sepultar la ilusión de los europeos, desatar una fiesta Albiceleste y asegurarse un lugar entre los arqueros más respetados de su país. ¿Sus víctimas en aquella instancia? Paul Ince y David Batty. Lamentablemente para él y los suyos, Holanda sería un escollo insuperable en cuartos de final…

Foto:  El Seleccionado Argentino antes de enfrentar, en los cuartos de final de Francia 98 a Holanda, en Marsella, donde perdería 2 a 1.  Roa en el centro arriba.

Ante semejante aparición, el Manchester United ofreció una suculenta suma para hacerse con sus servicios, pero el santafesino tenía otra sorpresa entre manos. En la cresta de la ola, Roa prefirió abandonar el fútbol para dedicarse a la religión: la Iglesia Adventista del Séptimo Día le prohibía trabajar los sábados. “Dios vale más que diez millones de dólares”, explicó por aquel entonces. “Muchos de mis compañeros de Mallorca decían que estaba loco, pero no me importaba. Tenía el apoyo de Dios y mi esposa, que es más que suficiente”, se justifica.  En 2000 cambiaría de opinión y volvería a las canchas.

Nota del Webmaster de abo.org.ar  "Destacamos el hecho de que la Iglesia Adventista no prohíbe a sus miembros el trabajar los sábados, es uno de los 10 mandamientos del cristianismo y por ende esta iglesia enseña su respeto, e invita a probar sus beneficios físicos y espirituales, tal como lo enseñó y practicó Jesucristo, la virgen María y los Santos Apóstoles.  Los miembros adventistas, sus simpatizantes, los Judíos y miles de evangélicos, gustan de probar sus secretos, por voluntad propia, semanalmente"

Mirando al futuro

Ya recuperado y feliz, Roa sabe que aquellos tiempos dorados de la Copa Mundial de la FIFA han quedado atrás. Su presente se llama Olimpo, al que llegó en una operación relámpago a días del inicio del Torneo Apertura argentino. “La gente de Bahía Blanca confió en mí pese a mi inactividad, y eso me obliga a devolverles todo lo que tengo dentro del campo. Muchos piensan que llego arruinado, pero yo lo tomo como una motivación extra”, afirma quien aún mantiene su barba característica.

Para los medios, su debut fue más que positivo. El diario Olé, por ejemplo, calificó la actuación de Roa como aceptable: “seguro y sin responsabilidades en el gol que le marcaron. Cada vez que lo exigieron, resolvió bien ubicado”. Sin dudas, una motivación más para su futuro inmediato. Tal como él mismo expresa: “Quiero seguir haciendo lo que sé, que es jugar al fútbol. La enfermedad ha quedado atrás, por lo que de ahora en más espero disfrutar”.

Apellidos: Roa
Nombre: Carlos
Fecha de nacimiento: 15 de agosto de 1969
Lugar de nacimiento: Santa Fe (Argentina)

Carrera como jugador: Racing Club de Avellaneda (Argentina), Club Atlético Lanús (Argentina), RCD Mallorca (España), Albacete (España), Club Olimpo de Bahía Blanca (Argentina).
Encuentros con la selección argentina: 17

Palmarés: Copa Mundial de la FIFA
- Cuartos de final en Francia 1998 (cinco apariciones, recibió 4 goles)

Copa Conmebol
- Campeón con Lanús en 1996

Supercopa de España
- Campeón con el RCD Mallorca (1997/1998)